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Un día completo.
En pleno campo, con un sol radiante, eramos 31, cada uno con sus pinceles y sus papeles, inmortalizando la Cueva de Maria Luisa y Ramón.
Con una música de flauta de fondo.
No se quedo ninguna morcilla despistada por los arboles.
Hicimos fuego con un palico y una piedra, se nos quemaron cinco «capellanes».
Nos pusimos como el «Kiko» de comer y de beber, alguno y alguna se atrevieron con la bota.
Habicas, alcaciles, morcillas, llonganisas, tortillas de patata diversas, chuleticas, ensaladas, olivicas, conejo con tomate, cocas diversas, tartas de almendra, de chocolata, vinos cavas cafes, infusiones, y chupitos, total un lujo.
Sobremesa con lectura de poesia, descanso fotos de los trabajos y para casa.
De verdad un dia inolvidable.
Enhorabuena por este grupo tan especial.
Ejem, ejem. Coged el mapa.
Las tribus korowai, yeli y asmat son tres de las más representativas de las muchas que habitan el extremo oriental de Papúa-Nueva Guinea (la zona occidental de Indonesia) denominada Irian Java. Aunque viven en ella unos tres millones de habitantes, la mayoría en las costas, los más peculiares son los que forman parte de esas tribus, que ocupan extensas zonas en las espesas selvas, en montañas remotas y en territorios de muy difícil acceso que los han mantenido al margen de la civilización.
Desconocidos hasta los años 50-60, e incluso ya en la década de los 70 -los yali-, han mantenido intactos usos, costumbres y tradiciones de lo más peculiares. Una de ellas es la de los korowai de construir sus casas en las ramas de los árboles a alturas que alcanzan hasta los 25 metros, aunque perviven algunas que llegan a los 50, edificadas cuando se sentían amenazados por sus enemigos.
Otros viven en chozas y, a menudo, hombres y mujeres lo hacen por separado. Los korowai se distinguen también por utilizar herramientas prehistóricas, mientras los asmat se hicieron famosos por sus hábitos caníbales, ya abandonados, y ahora se ha reconocido su habilidad para tallar todo tipo de utensilios en madera, que son objetivo de coleccionistas de todo el mundo, por su refinamiento. Continuará…
…
Su forma de vida les obliga a pasar buena parte del día en la selva o los ríos, donde encuentran sus alimentos, desde frutos o plantas de todo tipo, a animales de caza, peces y crustáceos, y también las fibras y hojas que les sirven para elaborar sus escasas vestimentas y sus ornamentos. Entre loa alimentos preferidos de los koroway, y proteína básica de su dieta, están las larvas del escarabajo gran capricornio. En general, las tribus se alimentan de los vegetales que encuentran, ya sean helechos, frutos del árbol del pan, hojas de distintas especies de palma, como el sagú, y algunos grupos tienen cultivos de batatas o calabazas, cuya corteza seca utilizan los hombres yali para cubrirse los genitales. Continuara…
…Y ahora, los yali.
Descubiertos por misioneros en la década de los años 70, hasta entonces los yali se mantuvieron ignorados y totalmente aislados de la civilización. La causa es lo escarpado y difícil del terreno en que se asientan, la cordillera Jayawijaya de Irian Jaya. Formado por montañas y ríos que dibujan estrechas gargantas y valles profundos, les ha permitido mantener una forma de vida fascinante y maravillosa que seduce a los viajeros más avezados.
Los yali son un pueblo de subsistencia que caza en las selvas, cultiva batatas y otros productos en las empinadas cuestas de sus tierras. También crían cerdos, que tienen un papel destacado en la vida religiosa y comunal. Los asentamientos yali suelen estar localizados en las cimas de los riscos, donde se establecieron en tiempos en que las luchas tribales convirtieron en imprescindibles las alturas para defenderse. Viven en torno a chozas de tablas con techo de hojas, hombres y mujeres por separado. Continuará…
… Cazadores de cabezas.
La tribu asmat, la más conocida de Irian Jaya, practicaba el canibalismo.
Conocidos antiguamente como cazadores de cabezas y por su canibalismo, los miembros de la tribu asmat (denominada antiguamente irian jaya) se distinguen ahora por sus preciosos trabajos de talla de madera, un arte que ellos relacionan con su mundo esperitual y que no puede considerarse, por tanto, meramente ornamental. Sus obras abarcan todo tipo de productos, la mayor parte de ellos símbolos dedicados a la guerra, la caza de cabezas y la veneración de sus ancestros guerreros. Durante siglos, los asmat vivieron preocupados por la necesidad de apaciguar a los espíritus de sus antepasados y a ellos se debe su gran riqueza de corazas, canoas, figuas y tambores, realizados con gran habilidad y considerados los más delicados del mundo en madera. Sus obras han atraído a coleccionistas y científicos desde los años 50-60, cuando misioneros holandeses los descubrieron y se aventuraron a penetrar en su amplio territorio (unos 27.000 km2), ocupado por más de 70.ooo personas divididas en unos cien poblados. Una de las expediciones, procedente del Museo de Nueva York, de la que formaba parte Michael Rockefeller, hijo del gobernador de esa ciudad, de 23 años, desapareció en la zona sin dejar rastro y sin que se pudiera averiguar si sus componentes fueron víctimas del canibalismo, perecieron devorados por cocodrilos o se perdieron y se ahogaron en los manglares. (…)
Ejem ejem. No me cansaré de repetir que deberíamos hacer la tirada de libros más larga. En un caso así, como el que le pasó a la expedición de Rockefeller, si hubiesen llevado dos o tres libros cada uno…alguna página habría quedado para analizar. Ya fueran dentelladas o manchas de barro.
Para dentro de poco, cuando salgan de imprenta, cada cuadernista debería llevar siempre un ejemplar en la mochila; sería su arma de seducción más bonita. Y no quiero ser alarmista, pero me veo en la olla a quien no figure en el libro.
Interesante reunión, no falta de nada: buen tiempo, buenos amigos, comida, bebida y unos buenos paisajes que pintar.
Que más se puede pedir a la vida.
Mucho ánimo y seguid así.
Da gusto ver como disfrutáis del día.
Saludos